TEMÁTICA: La hambruna en el mundo.
CONTENIDO: Situación mundial:
distribución no equitativa de las riquezas. Cada vez más pobres con más pobreza
y cada vez menos ricos con más riqueza. Los desplazados por guerras, conflictos,
intereses económicos.
ACTIVIDAD A REALIZAR: ENSAYO
El ensayo es
un tipo de texto en prosa que explora, analiza, interpreta o evalúa un tema. Se
considera un género literario comprendido dentro del género didáctico. Las
características clásicas más representativas del ensayo son: Es un escrito
serio y fundamentado que sintetiza un tema significativo.
Pasos para hacer un ensayo
1.
Piensa la temática de tu ensayo.
2.
Investiga todo lo que puedas acerca del tema que
tratarás.
3.
Estudia otros ensayos ya escritos
sobre la temática que has elegido.
4.
No abarques demasiados puntos.
5.
Utiliza frases cortas.
6.
Incluye reflexiones.
CRITERIOS A EVALUAR Y
PUNTAJE:
·
ARGUMENTACIÓN TEÓRICA:
8 PTOS (C)
·
USO DE LAS NORMAS PARA
ELABORAR LA ESTRATEGIA: 6 PTOS (H)
·
MANEJO DE
REGLAS ORTOGRÁFICAS: 2 PTOS (H)
·
DATOS
PERSONALES E INDICADORES A EVALUAR: 2 PTOS (S y C)
·
RESPONSABILIDAD
EN LA ENTREGA: 2 PTOS (S y C)
FECHA DE ENTREGA:
29/01/21 AL 05/02/21
APOYO PEDAGÓGICO
La hambruna mundial es un problema que afecta a
muchos países, es uno de los peores problemas en el planeta y también se
refiere a desnutrición (falta de nutrientes)1 La desnutrición sigue
representando hoy día un problema en la mayoría de los países en desarrollo,
afecta principalmente a grupos específicos de la población como los niños,
niñas, mujeres en edad reproductiva y ancianos. Tiene repercusiones sobre
varios aspectos en la vida de una comunidad, que le impiden desarrollar
plenamente su potencial.
El Programa Mundial de
Alimentos (PMA) asegura que hoy en día
hay 925 millones de personas desnutridas en el mundo.2La FAO subrayó que la
cantidad de personas subalimentadas aumentó en Cercano Oriente, en el norte de
África y en la región africana al sur de Sahara. Esto hizo que la cantidad de
desnutridos pasara en 10 años de 169 a 206 millones, cuando los objetivos fijados
en 1996 hablaban de la necesidad de llevar esa cifra a 85 millones para 2015.
Esto significa que al menos una de cada seis personas no tiene
alimentos suficientes para estar saludables y llevar una vida activa.
Causas
Entre las principales causas del hambre, señala el citado
organismo, están los desastres naturales, los conflictos de la pobreza, y la
causa más desastrosa: 3 Los países con mayor
peligro son los también los que pasaron por guerras, como Burundi, Eritrea,
Liberia, Sierra Leona o la República del Congo. la falta de infraestructura
agrícola y la sobreexplotación del medio ambiente. El alza de los precios de
los alimentos en el mercado internacional ha sido la principal causa de este
incremento,4 pero las causas que
provocan el hambre son numerosas y complejas: políticas comerciales injustas,
pobreza, falta de acceso de agua potable, desastres naturales, violencia y
conflictos armados, o pandemias, son algunas de ellas. Existen programas que
intentan combatir con este problema por lo que se encuentran asociaciones como
el Programa Mundial de Alimentos, que es una organización bastante importante y
con muchos miembros a lo largo de la faz de la tierra. Esta organización tiene
como objetivos 5 puntos que son:5 salvar vidas y proteger
los medios de subsistencia en emergencias, prevenir el hambre aguda e invertir
en medidas de preparación para casos de catástrofe y de mitigación de sus
efectos, reconstruir las comunidades y restablecer los medios de subsistencia
después de un conflicto o una catástrofe o en situaciones de transición,
reducir el hambre crónica y la desnutrición y por último fortalecer la
capacidad de los países para reducir el hambre.
Clasificación
Hay 5 tipos de clasificación del hambre mundial, además de otras
clasificaciones.6 Para este artículo se va
a utilizar un índice denominado GHI (Global Hunger Index)789 que establece un cálculo
basado en la proporción de la población que está subnutrida, la frecuencia de
insuficiencia de peso en niños menores de cinco años y la proporción de niños
que mueren antes de los cinco años de tal modo que cuanto más bajo sea el
índice mejores son las condiciones en el país. El informe se ha contrastado con
los datos de la FAO del informe de 2017 Sobre
el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo
El informe de 2017 del Índice Global del
Hambre (GHI, por su sigla en inglés), en su decimosegunda edición anual,
presenta una medición multidimensional del hambre a nivel mundial, regional, y
nacional. Muestra que el mundo ha avanzado en la reducción del hambre desde el
año 2000, pero que todavía queda mucho por hacer, dado que aún persiste un
nivel de hambre grave o alarmante en 51 países y extremadamente alarmante en un
país. El informe de este año ilustra las desigualdades subyacentes al
hambre—incluidas las desigualdades geográficas, de ingresos y de género—y las
desigualdades económicas, políticas y sociales en las que aquellas tienen su
origen.
En este informe, los puntajes del GHI
son calculados de acuerdo a una fórmula que refleja tres dimensiones del hambre
(consumo calórico bajo, desnutrición y mortalidad infantil) a partir de cuatro
indicadores: > DESNUTRICIÓN: porcentaje de la población que sufre de
desnutrición, lo que refleja una ingesta insuficiente de calorías en la dieta;
> EMACIACIÓN INFANTIL: porcentaje de niños menores de cinco años que sufren
de emaciación (bajo peso para la estatura), lo que refleja una desnutrición
aguda; > RETRASO EN EL CRECIMIENTO INFANTIL: porcentaje de niños menores de
cinco años que sufren de retraso en el crecimiento (baja estatura para la
edad), lo que refleja una desnutrición crónica; y > MORTALIDAD INFANTIL: la
tasa de mortalidad en los niños menores de cinco años. Los datos obtenidos para
estos indicadores provienen de las estimaciones de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización
Mundial de la Salud (OMS), UNICEF, el Banco Mundial, las Encuestas de Demografía
y Salud (DHS, por su sigla en inglés), el Grupo Interinstitucional de las
Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (IGME) y el
Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI).
El GHI de 2017 fue calculado para 119 países cuyos datos son disponibles y
refleja los datos registrados entre 2012 y 2016. El GHI clasifica los países en
una escala de cero a 100, en la que “0” corresponde al mejor puntaje (Hambre
Cero) y “100” al peor, aunque ninguno de estos valores extremos se observa en
la actualidad. Los valores inferiores a 10,0 reflejan un nivel bajo de hambre;
entre 10,0 y 19,0 indican hambre moderada; entre 20,0 y 34,9 hambre grave; los
valores entre 35,0 y 49,9 son alarmantes; y, entre 50,0 o más indican un nivel
extremadamente alarmante.
El número de personas que sufren de
hambre en el mundo sigue siendo inaceptablemente elevado. Si bien el GHI de
2017 muestra un progreso a largo plazo, millones de personas aún sufren de
hambre crónica y muchas regiones están atravesando crisis alimentarias graves,
incluso hambrunas. El puntaje global del GHI de 2017 es de un 27 % más bajo que
el del año 2000. De los 119 países evaluados en el informe de este año, uno
entra en la categoría extremadamente alarmante dentro de la escala de gravedad
del GHI; 7 integran la categoría alarmante; 44 la categoría grave; y 24 la
categoría moderada. Sólo 43 países cuentan con puntajes considerados como
bajos. Las regiones del mundo que más luchan contra el hambre son Asia del Sur
y África al sur del Sahara, cuyo puntaje entra en la categoría grave (30,9 y
29,4, respectivamente). Los puntajes relativos a Asia del Este y del Sudeste,
Cercano Oriente y África del Norte, Latinoamérica y el Caribe, Europa Oriental
y la Comunidad de Estados Independientes oscilan entre hambre baja y moderada
(entre 7,8 y 12,8). Sin embargo, estos promedios silencian algunos resultados
preocupantes de cada región, incluyendo los de hambre grave en Tayikistán,
Guatemala, Haití e Irak, y alarmante en el caso de Yemen, además de casos de
hambre grave para la mitad de todos los países de Asia del Este y del Sudeste,
cuyo promedio se beneficia del bajo puntaje de China: 7,5.
DESIGUALDAD, HAMBRE Y MALNUTRICIÓN: LA
IMPORTANCIA DEL PODER De Naomi Hossain, Instituto de Estudios para el
Desarrollo (Institute of Development Studies)
Son las personas y los grupos con menor
poder social, económico o político los que más sufren de hambre o malnutrición.
Por eso todo enfoque destinado a combatir el hambre debería primero examinar
cómo el poder actúa en el sistema alimentario. Las políticas que no adoptan ese
enfoque, por muy prácticas, técnicas o ampliables que sean, están destinadas al
fracaso. ¿De qué manera las desigualdades de poder llevan a la desigualdad
alimentaria? En los sistemas alimentarios, el poder se ejerce de 6 maneras
diferentes, en espacios y con actores distintos: a través de concentraciones de
capital y cuotas de mercado que permiten a las corporaciones agroalimentarias
influir en los precios de los alimentos y de los insumos agrícolas; a través de
órganos gubernamentales, de organizaciones internacionales, de asociaciones
entre los sectores público y privado susceptibles de influenciar, implementar o
bloquear las políticas alimentarias y condicionar los debates; e incluso a
través de la toma individual de decisiones en materia de gastos domésticos y
alimentación familiar.
Entramado de desigualdades
La desigualdad reviste diferentes formas, dado
que las personas pueden verse desfavorecidas por motivos de género, etnia,
categoría socioeconómica u otros factores, y no siempre es sencillo comprender
cómo dicha desigualdad lleva al hambre o la exacerba. La desigualdad de género
es uno de los ejes ampliamente reconocidos de la desigualdad nutricional. Muchas
formas de malnutrición crónica están estrechamente asociadas al bajo peso al
nacer y al estado nutricional infantil, lo que, a su vez, está vinculado con la
falta de poder de la mujer dentro del hogar y la sociedad. La clase
socioeconómica y la geografía están asociados con el género y, a veces, lo
superan como factor de desigualdad. Otro elemento de desigualdad es la etnia,
como lo ilustran las consecuentes deficiencias nutricionales—bajo peso para la
edad (emaciación), estatura baja para la edad (retraso en el crecimiento) y
deficiencias de micronutrientes—entre las comunidades indígenas, las cuales
sufren a menudo tanto de pobreza como de marginalización sociopolítica.
Finalmente, el acceso de la población a mercados alimentarios inestables
también genera una situación de hambre y desigualdades nutricionales.
En los asentamientos urbanos, las
personas marginadas se encuentran frecuentemente atrapadas en “desiertos
alimentarios” o no tienen la posibilidad de costearse alimentos sanos, incluso
cuando éstos están disponibles. Comprender el poder El poder se ejerce de
diferentes formas (que van del consumo a la publicidad y la formulación de
políticas), en varios niveles (mundial, nacional y local) y en contextos
múltiples (que van de los sindicatos agrícolas a los comités de las Naciones
Unidas), lo que ofrece miríadas de oportunidades para que los defensores,
activistas, profesionales y formuladores de políticas promuevan iniciativas,
diseñen estrategias y forjen coaliciones para el cambio. Analizar la función
del poder en la creación de desigualdades nutricionales puede ayudar a los
responsables de las políticas a identificar áreas de acción y posibles alianzas
al momento de formular políticas e intervenciones realistas sobre nutrición.
No dejar a nadie de lado Para alcanzar
el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas que consiste
en “no dejar a nadie de lado”, es necesario adoptar enfoques en materia de
hambre y desnutrición que sean a la vez más sensibles a su distribución
desigual y más alertas a las desigualdades de poder que intensifican los
efectos de la pobreza y la marginalización sobre la malnutrición. A tal fin, el
análisis del poder puede utilizarse para: identificar todas las formas de poder
que mantienen a la población en situación de hambre y malnutrición; diseñar
intervenciones estratégicamente enfocadas al contexto en el que se ejerce el
poder; y habilitar a quienes sufren de hambre y malnutrición a desafiar e
impedir la pérdida de control sobre los alimentos que consumen. RECOMENDACIONES
EN MATERIA DE POLÍTICAS
Si bien se produce suficiente alimento a
escala mundial para alimentar al mundo entero, el hambre persiste,
principalmente como consecuencia de una diversidad de desigualdades graves. Sin
embargo, ni el hambre ni la desigualdad son inevitables; ambas tienen su raíz
en las relaciones de poder desiguales que, a menudo, son perpetuadas mediante
leyes, políticas, actitudes y prácticas. Las siguientes recomendaciones
intentan corregir tales desequilibrios de poder, con el fin de aliviar el
hambre que sufren los más vulnerables. Garantizar una gobernanza inclusiva a
nivel nacional Con el fin de impulsar una gobernanza genuinamente democrática
de nuestro sistema alimentario, es necesario que en los procesos de formulación
de políticas los gobiernos permitan la participación activa de los grupos
minoritarios, como los pequeños campesinos que participan en la producción de
alimentos y alimentan a la población, pero que con frecuencia son excluidos de
la elaboración de políticas y leyes que afectan sus propios medios de
subsistencia.
Crear un diálogo inclusivo a nivel
internacional
Los organismos internacionales cuyo
objetivo es mejorar la seguridad alimentaria y nutricional deben garantizar la
participación significativa de los movimientos populares y de las
organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo, con el fin de generar
debates más productivos en torno a los paradigmas de los sistemas alimentarios.
Proteger y ampliar el espacio de la sociedad civil Los gobiernos deben asegurar
la participación de la sociedad civil para que esta pueda exigir que los
responsables de la toma de decisiones rindan cuentas sobre su compromiso de
proteger y garantizar el derecho humano a una alimentación adecuada. Para ello,
es fundamental la libertad de reunión y asociación, incluyendo la protesta
pacífica y el derecho a la información.
Proteger contra los impactos negativos
de los acuerdos internacionales y de las actividades del sector privado Los
gobiernos deben crear y aplicar marcos reglamentarios destinados a proteger a
los ciudadanos—especialmente a los más vulnerables—contra los impactos
negativos del comercio internacional, de los acuerdos sobre agricultura y de
las acciones de empresas privadas que puedan poner en peligro la soberanía
alimentaria y la seguridad alimentaria y nutricional de los ciudadanos. Las
empresas privadas deberían realizar sus actividades comerciales respetando las
normas medioambientales y de derechos humanos internacionalmente convenidas,
tal como se describe en los Principios Rectores sobre las Empresas y los
Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Incorporar el análisis del poder a la
formulación de políticas
Las políticas nacionales deben tener en
cuenta la distribución del hambre y la malnutrición en la población y la manera
en que las desigualdades de poder afectan a los distintos grupos en la
sociedad—por ejemplo, cómo las normas y prácticas discriminatorias de género
pueden perjudicar las condiciones nutricionales de mujeres y niñas. Es
necesario centrarse en las políticas comerciales, territoriales y agrícolas
(entre otras) que ejercen un impacto tanto visible como oculto sobre la
seguridad alimentaria y nutricional, para poder armonizar los esfuerzos en la
lucha contra el hambre en el mundo. Respaldar a los pequeños productores de
alimentos Los gobiernos deben reforzar las capacidades de los pequeños
productores de alimentos, en particular de las mujeres, garantizándoles el
acceso a servicios públicos tales como infraestructura, servicios financieros,
información y capacitación. Garantizar el acceso a educación y protección
social inclusiva
Para reducir las desigualdades
flagrantes y el hambre, los gobiernos nacionales deben facilitar el acceso a la
educación y crear redes de seguridad social destinadas a garantizar a todos los
miembros de la sociedad—incluyendo a los más vulnerables y marginados—la
seguridad de ingresos y el acceso a servicios básicos de salud. Recabar datos
sobre el hambre y la desigualdad para informar a los formuladores de políticas
Para poder medir los progresos realizados hacia el Hambre Cero y asegurar que
los gobiernos asuman sus compromisos, debe buscarse una solución a la ausencia
crítica de datos relativos al hambre y a la desigualdad; asimismo, los
gobiernos nacionales y las organizaciones internacionales deben respaldar la
recolección de datos desglosados, independientes, abiertos, confiables y
oportunos.
Financiar los ODS e invertir en quienes se han
quedado atrás Los donantes deben financiar adecuadamente los esfuerzos para
alcanzar los ODS. Esto es particularmente crucial para los países de bajos
ingresos, donde la ayuda oficial al desarrollo (AOD) es sumamente necesaria.
Los donantes deben cumplir con las metas acordadas a escala internacional,
otorgando una contribución equivalente al 0,7 % del ingreso nacional bruto para
la AOD, y 0,15–0,2 % para los países menos desarrollados.
A pesar de los avances sociales
registrados en numerosos países en desarrollo, las cifras macroeconómicas
tienden a esconder que la mayor parte de la población mundial trabaja mucho por
poco o casi nada de dinero, según el informe de OXFAM, publicado este lunes
(20.01.2020).
La ONG ha publicado estos datos en
la víspera de la inauguración del Foro Económico Mundial de Davos, en
Suiza, al que asiste la élite empresarial global que estará representada por
1.700 ejecutivos de todo el mundo, entre ellos ocho de los diez consejeros
delegados de las compañías de mayor valor de mercado.
En este contexto se denuncia que casi la
mitad de la población trata de sobrevivir con 5,5 dólares al día o menos, lo
que los pone al filo de la simple supervivencia
Incluso una buena porción de la
población mundial que tiene ingresos un poco más elevados puede caer en la
miseria de un momento a otro: basta una enfermedad o una mala cosecha.
Esta evolución, que hasta ahora ha
implicado una distribución extremadamente desigual de los frutos del
crecimiento económico, ofrece pocas esperanzas de que la pobreza pueda ser
erradicada algún día.
Desigualdad de género
En su informe, OXFAM saca a relucir que
la desigualdad económica "está construida sobre la desigualdad de
género", razón por la cual la
mayoría de personas en lo más bajo de la pirámide social son mujeres.
"Esta brecha es consecuencia de un sistema económico
fallido y sexista", critican los autores del estudio.
La razón es que las mujeres suelen
realizar los trabajos más precarios, peor pagados o que simplemente no son
remunerados: mujeres y niñas dedican 12.500 millones de horas diarias a este
fin, pero a pesar de su trabajo son invisibles en los mercados laborales.
Si se contabilizará el valor de ese
cúmulo de trabajo, los analistas han calculado que representaría un valor
añadido de 10,8 billones de dólares a la economía o la tercera parte del tamaño
de la industrial tecnológica mundial.
Los resultados de este informe serán
evocados en varios de los debates que tendrán lugar en el Foro de Davos, en el
que estarán presentes activistas que reclamarán directamente la abolición de la
clase social de multimillonarios y el fin de esta cita anual.
OXFAM indica que aproximadamente una
tercera parte de las grandes fortunas proviene de herencias, "lo que ha
dado lugar a una nueva aristocracia que debilita la democracia".
Ello porque los más ricos no tienen más
que sentarse y vigilar como los gestores de fortunas manejan su dinero, que en
los últimos diez años ha crecido un 7,4 % anual.
"Por ejemplo y a pesar de su
admirable compromiso de compartir su dinero, Bill Gates sigue teniendo un
patrimonio de 100.000 millones de dólares, el doble que cuando dejó de estar al
frente de Microsoft".
En contrapartida, OXFAM revela que sólo
el 4 % de la recaudación fiscal mundial procede de lo impuestos sobre la
riqueza "y hay estudios que demuestran que las grandes fortunas eluden
hasta el 30 % de sus obligaciones fiscales".
¿Cuál es la distribución de la riqueza en el mundo?
Según los mismos datos, el 45,9% de la riqueza mundial está en
manos del 0,7% de la población mundial. ... Tras este porcentaje, se colocan
391 millones de personas, un 7,9% de los adultos del mundo, con
una riqueza estimada en 111,4 billones de dólares, el 39,7% de
la riqueza.
¿Cómo se divide la distribución de la riqueza?
La riqueza se divide entre los dos
elementos verdaderamente activos que la crean: el trabajo y el capital. La
parte que toma cada uno constituye y se llama su retribución.
¿Dónde se encuentra la producción y la riqueza en
el mundo?
Con respecto a la distribución geográfica de
la riqueza, lógicamente esta se concentra en las
zonas con mayor nivel de desarrollo económico. En Europa encontramos el 32 por
ciento de la riqueza mundial, en Norteamérica el 31 por
ciento, y en la cuenca del Pacífico (excluyendo India y China) el 22 por
ciento.
¿Cuántos pobres hay en el mundo 2020?
La pobreza extrema, definida como la situación de quienes viven con menos de USD 1,90 al día, probablemente afecte a entre un 9,1 % y un 9,4 % de la población mundial en 2020, de acuerdo con el trabajo Poverty and Shared Prosperity Report (Informe sobre pobreza y prosperidad compartida), que se publica cada dos años
Distribución
y redistribución del ingreso en Venezuela
El análisis de la distribución y redistribución del ingreso
en Venezuela se puede resumir en tres conclusiones generales. En primer lugar,
la distribución del ingreso en Venezuela es más desigual en el año 2000 que a
finales de la década de 1970. En segundo lugar, esta situación se debe a un
descenso en la acumulación de capital que está también asociado al colapso del
producto y el ingreso. En tercer lugar, el descenso en la acumulación de
capital no parece estar asociado a la desigualdad inicial de la economía o a
mecanismos redistributivos por parte del gobierno. Puede decirse que la
contracción del crecimiento económico es lo que ha causado el aumento de la
pobreza y el aumento de la desigualdad en la economía venezolana.
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